Sandra Hernanz Terrero Arte o delito, cuando los límites desaparecen
Estos días ha salido a la palestra un “afamado” rapero llamado Pablo Hasél, por su negativa a entrar en prisión tras la comisión de una serie de delitos.
Pero ¿qué delitos ha cometido, por qué la gente ha salido a las calles a manifestarse por su arresto y puesta a disposición de las autoridades?, vamos a explicarlo.
Los delitos de Hasél
En 2014 ya fue condenado a dos años de prisión por enaltecimiento del terrorismo (artículo 578 Código Penal), para que sea más entendible este delito castiga la justificación de actos terroristas, pero en aquel momento no entró en prisión pues carecía de antecedentes penales y la pena era inferior a dos años; aunque había soltado perlas, quizá así veamos con mayor clarividencia qué es enaltecer el terrorismo, “merece que explote el coche de Patxi López”, así sin anestesia.
En 2018 el “afamado rapero”, decidió usar en vez de la música, Twitter injuriando en esta ocasión a la Corona y los Cuerpos de Seguridad del Estado, pasando a cometer otro delito recogido en el artículo 491 del Código Penal “el mafioso del Borbón de fiesta con la monarquía saudí, entre quienes financian el ISIS queda todo”, como podemos observar todo un creador de lemas de escasa categoría cultural o lingüística en ciernes; pero que curiosamente genera un interés exacerbado en aquellos que por las mañanas no tienen nada que hacer y por las tardes descansan.
También atentó contra un periodista de la televisión catalana TV3 al que además de insultar, le empujó y roció con un líquido de limpieza, y todo ello en pro de la libertad, aquella que no permite que la gente ejerza su derecho a trabajar de forma digna, aunque luego reclama en sus twits y letras que todos debemos tener un trabajo digno.
En esta ocasión, ya sí que, al tener antecedentes penales, entró 9 meses en prisión, pero de poco sirvió la inversión en su reinserción, porque al salir le falto nada y menos para seguir delinquiendo.
Las hazañas de Hasél, lejos de acabar aquí han ido aumentando. Esta vez por lo que ha entrado en prisión no es por “defender su libertad de expresión”, como creen los que se manifiestan, sino por agredir a un testigo, que testificó en su contra en un juicio. El “rapero”, fiel a su estilo, además de agredir a unos guardias urbanos, les amenazo con “te mataré, hijo de puta, te cogeré”. Poco verso y mucha violencia no contenida veo yo, todo ello recogido en el artículo 464 del Código Penal.
Apoyo Cutural a los delitos de Hasél
Pero en esta ocasión nuestros actores, cineastas y algún que otro personaje público y notorio, 200 en total, han firmado un manifiesto exigiendo la libertad de Hasél, y que se expulsen del Código Penal este tipo de delitos “que no hacen sino cercenar el derecho, no solo de libertad de expresión, sino de libertad ideológica y artística. La persecución a raperos, tuiteros, periodistas, así como a otros representantes de la cultura y el arte, por intentar ejercer su derecho a la libertad de expresión se ha convertido en una constante.”
También nos equiparan a países como Turquía o Marruecos que tienen en prisión a artistas que han denunciado los abusos que allí se cometen.
Ciertamente, ninguno se ha molestado por preguntar a los ciudadanos de estos países si comparten dichas afirmaciones. En cualquier caso, les invito a que hagan la siguiente prueba: viajen a Marruecos y rapeen en público un tema de Hasél en el que se cite a algún Borbón solo que esta vez cambiándolo por alguien de la dinastía Alaoui y ¿a ver qué pasa?
Como colofón del manifiesto, expresan su preocupación de que, si Hasél entraba en prisión, cualquiera que difiera del “régimen” podría acabar allí para “acallar cualquier suspiro disidente”. Lo más curioso de todo esto es que los creadores y firmantes del manifiesto han trabajado más el texto, que a quien pretenden defender sus canciones o twits.
Libertad de agredir, saquear y arruinar
Así, el Estado español ha pasado a “encabezar la lista de países que más artistas ha represaliado por el contenido de sus canciones”, es curioso que donde algunos ven cercenados sus instintos artísticos, muchos vemos una protección de los derechos de terceros que han de ser respetados, pues no hay que olvidar que este señor ha pasado el Rubicón y sabía que lo estaba pasando, y que ello le conduciría al lugar donde se encuentran quienes delinquen con reincidencia, a la cárcel.
Por si todo esto fuera insuficiente ahora tenemos manifestaciones por toda la geografía española exigiendo su inmediata puesta en libertad, cuando a día de hoy, no está ahí por una cuestión de enaltecimiento del terrorismo o injurias y calumnias a la corona, sino por agresión física y verbal a un ciudadano de a pie. Un ciudadano de a pie, que podía haber sido cualquiera de nosotros. y no los que no dejen expresarse con libertad, derecho que recoge y protege el Estado, pero claro está los derechos de uno terminan donde empiezan los de otro.
Dichas manifestaciones, están dedicándose a destrozar el mobiliario urbano y los negocios arruinados por la crisis de mucha gente humilde que no podrá hacer frente al arreglo y tendrán que echar el cierre.
¿Dónde quedan los derechos de los demás? pues para mi mis derechos terminan, donde empiezan los tuyos.
Artículo escrito por Sandra Hernanz Terrero, Abogada Especialista en Matrimonial y Derecho de Familia, Extranjería y Violencia de Género.
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